miércoles, 11 de marzo de 2009

REFLEXIÓN 8: Trabaja en Forma Inteligente

Había una vez un pueblecito pintoresco. Era un buen lugar para vivir salvo por un problema. El pueblo no tenía agua a menos que lloviera. A fin de solucionar este problema de una vez para siempre, los pobladores más antiguos decidieron realizar un contrato a fin de ser provistos de agua a diario. Dos personas se ofrecieron en forma voluntaria para realizar la tarea, y los antiguos pobladores los contrataron a ambos. Pensaron que un poco de competencia mantendría los precios bajos y aseguraría una reserva de agua.

La primera de las dos personas a la que se adjudicó el contrato, Ed, corrió inmediatamente a comprar dos baldes de acero galvanizado y comenzó a correr de aquí para allá por el camino hacia el lago, el cual estaba a una milla de distancia. Inmediatamente comenzó a ganar dinero trabajando desde la mañana hasta el crepúsculo acarreando agua del lago con sus dos baldes. Era un trabajo duro, pero estaba muy feliz por estar ganando dinero y por tener uno de los contratos exclusivos para este negocio.

El segundo adjudicatario, Bill, desapareció por un tiempo, nadie lo vió durante meses, lo cual hizo muy feliz a Ed ya que no tenía competencia. Ed estaba ganando todo el dinero.
En vez de comprar dos baldes para competir con Ed, Hill había trazado un plan de negocios, creó una corporación, encontró cuatro inversionistas, contrató un presidente para hacer el trabajo, y regresó seis meses después con un equipo de construcción. Al cabo de un año, su equipo había construido una tubería de acero inoxidable de gran tamaño que conectaba el pueblo con el lago.

Al momento de celebrar la inauguración, Bill anunció que su agua era más pura que la de Ed. Bill sabía que habían existido quejas debido a suciedad en el agua de Ed. Bill también anunció que podía proveer al pueblo con agua las veinte cuatro horas del día, siete días a la semana. Luego Bill anunció que él cobraría un 75% menos que Ed, por esta agua de mejor calidad y fuente más fiable. El pueblo lo ovacionó y de inmediato corrieron hacia los grifos conectados a la tubería de Hill.

A fin de competir, Ed bajó de inmediato sus precios un 75%, compró dos baldes más, les puso tapas y comenzó a acarrear cuatro baldes por viaje. A fin de prestar un mejor servicio, contrató a sus dos hijos para que lo ayudaran por la noche y los fines de semana. Cuando sus muchachos salían de la escuela les decía, Vengan pronto porque algún día este negocio será de ustedes.

Por otra parte Bill se dio cuenta de que si este pueblo necesitaba agua, otros también podrían necesitarla. Volvió a trazar el plan de su negocio, y salió a vender su sistema de distribución de agua pura, de alta velocidad, gran caudal y bajo costo, por todos los pueblos del mundo. El ganaba apenas un centavo por balde de agua entregada, pero entrega miles de millones de baldes de agua todos los días. Bill había desarrollado una tubería que le entregaba dinero a él, al mismo tiempo que agua a los pueblos.

Bill vivió feliz por siempre, y Ed trabajó duro por el resto de su vida y tuvo problemas financieros para siempre.
Pregúntate frecuentemente en cada toma de decisión:
¿Estas construyendo una tubería o acarreando baldes?
¿Estas trabajando duro o estas trabajando en forma inteligente?

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